Siempre me ha fascinado la hierbecilla que emerge en mitad del asfalto;me parece un sorprendente testimonio, humilde y extraordinario a la vez, de amor a la vida.
Los humanos somos mucho más complejos, aspecto que nos capacita para degustar la vida en sus matices más preciosos y variados.Acostumbramos a mirar hacia el lado equivocado.Visualizamos la felicidad siempre en otro sitio, en el pasado, en el futuro o en esa playa de arena blanquísima y agua azul turquesa o lo reducimos a la espera de acontecimientos extraordinarios, cuando me toque la lotería, cuando encuentre el hombre de mi vida....
Pero un día nos damos cuenta, que la dicha está hecha de cosas pequeñas: disfrutar de un día espléndido, escuchar alguna canción que nos trae buenos recuerdos, recibir la sonrisa de un desconocido, compartir una tarde agradable con alguien que nos gusta, , estos si que son momentos agradables al alcance de todos.
Habrá que abrir bien los ojos y apreciar la vida en todo lo que vale, no vaya a sucedernos como la autor de esta frase "Felicidad, te he reconocido por el ruido que has hecho al marcharte".
La vida debe ser, nuestro más básico objeto de amor, por la sencilla razón de que termina.El hecho de que cada minuto que dejamos atrás no vuelva, es lo que le da su verdadero valor.
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